PROBLEMAS SOCIOEMOCIONALES EN NIÑOS CON SITUACIONES LÍMITES.
Por: JUAN JOSÉ CORREDOR BAYLON

Las tareas en este marco incluyen:

– Construir un clima escolar acogedor, seguro y amigable.
– Hacer sentir a los niños y niñas como parte del grupo, en el que todos se involucren y compartan sus experiencias y ayuden a sus compañeras y compañeros.
– Acercar la escuela a las madres y a los padres de familia.

Rol de la institución educativa en la recuperación socioemocional de las niñas, los niños, adolescentes y la comunidad.

En el momento en el que se viven situaciones límites cobran importancia los juegos recreativos, las dinámicas lúdicas, las competencias deportivas y aquellas actividades que hagan sentir a niñas, niños y adolescentes que están en un lugar seguro, donde hay un espacio para la libre expresión de sus emociones y para procesar el dolor.

La acogida y la presencia cotidiana del docente a cargo del aula generan estabilidad y constituye una vuelta a la “normalidad”.

Para ello, las y los docentes debemos:

1. Realizar juegos y deportes para eliminar las tensiones físicas y emocionales, mejorar el compañerismo y la colaboración.
2. Promover en adolescentes y jóvenes, de ambos géneros, la continuidad de actividades relativas a sus aficiones a la música, las danzas, la fiesta, o los que propongan y sean pertinentes.
3. Preparar bien las clases, con sus objetivos, metodologías y materiales para atraer la atención de las y los estudiantes y facilitarles la comprensión de temas académicos.
Una buena clase es un excelente espacio para la recuperación emocional, en la cual la o el docente utilice métodos inclusivos, democráticos y respetuosos de los derechos de sus estudiantes.
4. Permanecer atentos para identificar y manejar posibles síntomas de problemas socioemocionales en las y los estudiantes, respetando su dignidad y la confidencialidad de los casos.
5. Establecer un sistema para remitir a las personas (estudiantes, docentes, e inclusive, madres y padres de familia) a un profesional calificado que pueda brindarles consejería y acompañamiento psicológico, si así lo requieren.
6. Desarrollar estrategias para que las y los docentes que faciliten el autoapoyo y el apoyo mutuo cuenten con el debido acompañamiento externo, con el fin de evitar el agotamiento por estrés, la deserción o la agudización de problemas personales o familiares.

¿En qué consiste el acompañamiento de las y los estudiantes?

En primer lugar hay que entender que en situaciones límites, la recuperación socioemocional de las personas dependerá de:

– Su fortaleza personal, familiar y comunitaria en el momento de una situación límite.
– Su manera habitual de hacer frente a las dificultades.
– Su capacidad para convertir un problema en una oportunidad para el crecimiento.
– La reconstrucción de sus redes de relaciones sociales.
– El restablecimiento de sus medios y forma de vida.

En el caso de las niñas y los niños, la recuperación socioemocional dependerá también del desarrollo físico, emocional y de las reacciones de las personas adultas responsables de protegerlos y ayudarlos.

Por ello un docente debe:

• Compartir sus emociones y pensamientos con los estudiantes.
• Enseñar a los estudiantes a expresar sus emociones después de un evento traumático, a compartirlas con personas de confianza mostrándoles como lo anterior los hace sentir acompañados.
• Ayudándoles a entender que es importante tener presente que las emociones no surgen solas, sino refuerzan o suscitan ciertos estados de ánimo y que, por lo mismo, pueden también ayudarnos a modificarlos.

Para reflexionar y compartir entre docentes se pueden responder las siguientes preguntas:

• ¿Cómo me sentí cuando vi regresar a mis estudiantes a la escuela?
• ¿Cómo me siento al verlos jugar y sonreír?
• Elabora una lista de signos de esperanza que hayas identificado en tus estudiantes y sus familias.
• Elabora una lista de “regalos” (acciones concretas, gestos, detalles) que puedes brindar a tus estudiantes y sus familias.

¿Qué acciones puedo llevar a cabo para la recuperación socioemocional de mis estudiantes?

La labor de las y los docentes puede enfocarse en cuatro acciones específicas, para lograr una recuperación socioemocional.

1. Sesiones de tutoría
La tutoría es un servicio de acompañamiento socioafectivo, cognitivo y pedagógico al estudiantado a lo largo de su proceso educativo.

La hora de tutoría es un momento exclusivo para atender necesidades e intereses personales y grupales de las y los estudiantes y se convierte también en un espacio privilegiado para promover el diálogo constructivo y la escucha para la recuperación y fortalecimiento socioemocional de las y los estudiantes.

Por lo tanto, se sugiere planificar sesiones de tutoría con temas orientados a la reflexión acerca de la expresión y control de emociones, así como del reconocimiento de fortalezas y estrategias que permitan superar la situación límite.

2. Dinámicas lúdicas y recreativas
Las dinámicas son recursos pedagógicos variados y de multitud de usos, que incorporan el juego, la diversión (aspecto lúdico), la participación (aspecto interactivo), la actividad física (aspecto motriz), las actitudes positivas (aspecto valorativo) y la expresión de emociones (aspecto emocional), dentro de sus lineamientos.

Las dinámicas nos permiten partir del aspecto lúdico, interactivo y motriz llegar a desarrollar actitudes y valores, así como construir la identidad personal y social de las y los estudiantes. Por ello, se sugiere implementar una serie de dinámicas lúdicas y recreativas para que expresen los sentimientos y emociones experimentados ante una situación límite, que les permitan sentirse acompañados en su proceso de duelo.

3. Actividades creativas y artísticas

El arte como actividad humana y la creatividad como habilidad que lo posibilita poseen un enorme potencial como liberadores de emociones y sentimientos. El solo hecho de interpretar un baile o una obra de teatro, leer un cuento o cantar una canción escrita por otro, permite activar procesos de identificación con algún personaje, con la situación general, la cultura o con el planteamiento del autor.

Esos niveles de identificación hacen posible que uno ría, llore, se emocione de diversas maneras sobre lo que lee, canta, baila o interpreta. En este sentido, se rescata la importancia de la realización de estas actividades creativas o artísticas como una herramienta para el fortalecimiento afectivo de las y los estudiantes.

4. Actividades físicas y deportivas

Las actividades atléticas, gimnásticas y deportivas que involucran el esfuerzo y dominio físico corporal también permiten un despliegue de habilidades y conocimientos, así como la liberación emocional, lo cual es importante para la superación de situaciones de pérdida.
Se recomienda buscar la asesoría de un instructor de educación física para realizar una rutina de ejercicios que permita resaltar el trabajo en equipo, el compañerismo, la cooperación y la solidaridad, valores importantes para la creación y el fortalecimiento de las redes de soporte social.

¿Qué otras actividades podemos realizar?

La manera en que los adultos enfrentamos las situaciones difíciles influye y modela las reacciones de las niñas y los niños que nos rodean. Así, cuando madres, padres y docentes afrontan adecuadamente una situación, se incrementa la probabilidad de que los menores hagan lo mismo. Si un adulto se alarma, ellos también lo hacen, pero si actúa de manera apropiada, favorece la recuperación de las niñas, los niños y adolescentes. Por ello es importante que las y los docentes orientemos a madres y padres de familia para que puedan ayudar a sus hijas e hijos de las siguientes formas:

– Abrazándolos frecuentemente, brindando mucho cariño y respeto a sus sentimientos.
– Animándolos para que hablen y compartan sus sentimientos sobre lo sucedido.
– Explicando la situación con calma y con firmeza en un lenguaje apropiado.
– Compartiendo más tiempo antes de dormir.
– Permitiéndoles afligirse por sus “tesoros” perdidos: un juguete, una manta, un animalito, su hogar.
– Tratando de pasar más tiempo juntos en actividades de familia para reemplazar los miedos con recuerdos placenteros.
– Hablando con los tutores para actuar juntos, disipando rumores o ideas falsas sobre el desastre.
– Incluyéndolos en las actividades para la recuperación, asignándoles tareas de las cuales serán responsables. Esto los hará sentir parte de la recuperación.

¿Qué debemos hacer con las niñas, niños y adolescentes que han sido muy afectados por una situación límite?

En una primera aproximación, debemos:

• Escuchar los sentimientos que tiene la niña o el niño, y no tratar de calmarlos de manera forzada con palabras como “no te preocupes” o “no estés triste”; ayudarlos a que se expresen mediante dibujos, hablando o jugando.
• Responder a sus preguntas con claridad, para que vayan entendiendo y tranquilizándose.
• Mostrar tranquilidad y transmitirles seguridad. Tampoco es bueno convertir a la niña o al niño en alguien indefenso y sobreprotegerlo, porque pierde su autonomía y se torna más susceptible.
• Favorecer actividades deportivas y lúdicas de modo que las y los estudiantes puedan restablecer sus relaciones de pares.

¿Cuáles son los principios para favorecer la recuperación socioemocional de las y los estudiantes?

En la recuperación socioemocional es importante tener en cuenta los siguientes principios:

Tener presente que favorecer la expresión de emociones y pensamientos no significa forzar ni saturar a los niños y niñas haciendo del dolor el único tema de trabajo en la escuela. De igual forma, no es adecuado obligar a nadie a expresarse, pues el efecto puede ser contraproducente, reviviendo sentimientos de temor, incertidumbre y prejuicios sobre el tema.

En caso de que niñas y niños produzcan dibujos o historias, sería importante cuidarlos y conservarlos puesto que de esta manera comunicamos que estamos conservando y protegiendo sus sentimientos, esfuerzos y emociones.

Confiar en las posibilidades de las y los estudiantes.

Parte fundamental de la labor del docente es desarrollar las capacidades de sus estudiantes. Las expectativas que tienen las y los docentes de sus estudiantes, y viceversa, influirán en los logros que puedan alcanzar, así como en la dedicación que les brinden. Las y los estudiantes que antes del desastre tenían problemas escolares (por sus condiciones económicas, sociales, culturales, o étnicas, o situación de vulnerabilidad) van a requerir de parte del personal docente y administrativo un esfuerzo adicional, para adaptarse a la nueva situación. Por tanto, se deben identificar sus fortalezas y debilidades, para generar espacios renovados en los que se les tome en cuenta y se les planteen metas realistas.

¿Qué hacer cuando las dificultades de las y los estudiantes son difíciles de manejar?

Un grupo de estudiantes (no mayoritario) puede requerir, además del apoyo brindado por su familia y escuela, atención especializada externa, en coordinación con la institución educativa. Hay que tener presente que esta atención se puede deber a aspectos relacionados con su salud física y mental, o a sus derechos.
Cuando las reacciones se prolongan en el tiempo (más de 3 meses), se convierten en indicadores de la necesidad de ayuda profesional. Estas incluyen:

– Un periodo prolongado de depresión, irritabilidad o tristeza durante el cual la niña, el niño o adolescente pierde interés en sus actividades y tareas cotidianas.
– Pérdida de motivación por situaciones que antes lo atraían.
– Insomnio.
– Pérdida de apetito o aumento del apetito.
– Miedo prolongado a estar solo.
– Dolores constantes de cabeza u otras partes del cuerpo.
– Regresión a conductas de una edad más temprana por periodo extendido, como pérdida de control de esfínteres.
– Idealización de la persona fallecida o imaginar que su realidad física no ha cambiado.
– Decir frecuentemente que quisiera irse con la persona fallecida.
– Aislamiento de sus amigas o amigos.
– Deterioro pronunciado en los estudios o inasistencia a la escuela.

Para realizar la respectiva derivación de estos casos, se debería contar con un directorio de psicólogos, asistentes sociales, orientadores, médicos o maestros especializados, para proporcionarle a madres y a los padres de familia las alternativas para tratar el problema de su hija o hijo.

EN CASO DE PÉRDIDA AFECTIVA

Las formas en que las personas reaccionamos en los procesos de duelo pueden ser distintas y cambiar según los momentos.

• Al principio puede aparecer angustia y preocupación por la ausencia del familiar; se puede pensar: “¡Me abandonó!”,“¿Qué hice para que me abandonara?”. Si la niña o el niño es muy pequeño no va a decir eso con palabras, pero puede sentirlo o pensarlo.
• Puede incluso echarse la culpa de que ya no esté con ella o él y ponerse más triste o sentir cólera.
• Puede, a veces, no parecer triste, sino muy inquieto, moviéndose sin parar porque le es difícil soportar la ausencia de su familiar o teme pensar que la ausencia sea definitiva.
• Puede no querer aceptar la realidad de no poder ver más a su papá, su hermanito o alguien querido.
• Sabemos que para todos los seres humanos es difícil entender la pérdida de un familiar o amigo, pero para los niños puede ser aún más doloroso.
• Más adelante puede mostrar signos de tristeza, como el llanto o la falta de apetito; o tener manifestaciones de agresividad o disconformidad con todo.

A las reacciones normales para hacer frente a la muerte de un familiar, como las anteriores, se les llama proceso de duelo, y este puede tomar de seis meses a un año y medio, o incluso más, hasta llegar a un “buen recuerdo” de la persona fallecida.

La forma de manifestarse y la intensidad de las reacciones del duelo dependen de muchos factores:

• De la reacción de los otros familiares frente a la pérdida.
• De la capacidad que tengan las personas adultas con las que vive el niño o la niña para escucharlos y tomarlos en cuenta, de entender lo que les pasa.

CUANDO SUCEDE UN DESASTRE

Cuando sucede un desastre, los programas de apoyo socioemocional deben ser integrados en todas las actividades que se desarrollen con los grupos afectados, para favorecer la recuperación de la población.

Como parte de esta estrategia, las instituciones educativas tienen un rol importante, ya que la escuela se puede convertir en un espacio seguro que permita que niñas, niños y adolescentes restablezcan sus rutinas y horarios para recuperar el sentido del tiempo y la posibilidad de ver el futuro con esperanza después de la crisis.

La posibilidad de procesar emocionalmente la experiencia es facilitada por la escuela, dado que cuando las y los estudiantes vuelven ahí después de un desastre traen consigo los sentimientos experimentados durante y después de esta vivencia; estos pueden ser de ansiedad, miedo e inseguridad, cólera, tristeza, culpa, tensión, impotencia pero también de alegría, ilusión y ganas de vivir.

Al mismo tiempo, el reencuentro con los educadores después del desastre es importante para las y los menores, porque para ellos sus docentes son personas cercanas y de confianza. Este tipo de vínculo coloca a las y los docentes en una posición privilegiada desde la cual se puede brindar apoyo socioemocional. Los docentes deben realizar el acompañamiento cercano a sus estudiantes y promover actividades en las cuales madres y padres de familia compartan tiempo con sus hijas e hijos, apoyando la restructuración de las coordinaciones que facilitan el trabajo en la escuela.

REFERENCIAS

Adaptación de “Guía de Recursos Pedagógicos para el apoyo Socioemocional Frente a Situaciones de Desastre. Ministerio de Educación. Peru: Artprint. 2009.

Acerca de juanjosecorredorbaylon

PSICÓLOGO UNIVERSIDAD NACIONAL, POSGRADO PEDAGOGÍA Y MAESTRÍA EN SISTEMAS SOSTENIBLES DE PRODUCCIÓN
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